sábado, 9 de junio de 2012

Venus sobre el Sol

Expectación en Tierra por ver a Venus.Porque es difícil poder observar este fenómeno: el paso de este planeta sobre el sol.Como un lunar negro, Venus se desliza lentamente por el disco solar. Un viaje de casi seis horas y media que comenzaba a medianoche, hora española. Y que ha reunido a centenares de curiosos desde Los Angeles a Sydney, pasando por Corea o Japón, donde la lluvia ha dejado a algunos sin disfrutar del momento.En España tan sólo se ha podido disfrutar de ello, durante media hora, en Cataluña, Levante y Baleares.Y será difícil tener otra oportunidad, ya que el próximo no se producirá hasta dentro de 105 años. Conseguir volver a captar esta imagen en 2117






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La conquista de la luna.

Gracias a la exploración espacial, tenemos un gran conocimiento sobre la Luna, pero la conquista de nuestro satélite fue fruto de una reñida competición internacional que costó millones de dólares en pocos años y la vida de algunos valientes.


Los soviéticos iniciaron la carrera a la Luna y llegaron a ella con sondas cada vez más perfeccionadas que liberaron en la superficie lunar autómatas teledirigidos para recoger muestras, realizar comprobaciones y recopilar datos e imágenes que enviaban a la Tierra.

Se trataba de los proyectos Luna y Zond, consistentes en 32 sondas equipadas con instrumentos cada vez más sofisticados que en 17 años permitieron trazar el mapa casi completo de la cara oculta de la Luna, recoger muestras de suelo lunar y realizar análisis químicos, así como descubrir el campo magnético luna mediante comprobaciones específicas.

Ello implicaba dominar por completo la tecnología del alunizaje suave, de la técnica teledirigida y de la automatización, que permitió desarrollar numerosas actividades en vuelo y en la Luna. Era un desafío que Estados Unidos no podía ignorar. El empeño en llevar seres humanos a la Luna se convirtió en una cuestión de honor nacional que requirió una inversión de 100.000 millones de dólares y el trabajo de más de 500.000 científicos y técnicos durante 15 años. Así, el programa Apolo convirtió a Estados Unidos en el único país que habría plantado una bandera en la Luna.

Pero el coste de poco más de 300 horas de paseos lunares y visitas a los cráteres en vehículos espaciales fue muy superior. No hay que olvidar los costosos programas de sondas, como la Surveyor y la Luna Orbiter, que practicaron reconocimientos preliminares minuciosos de la superficie lunar, o como los programas Mercury y Géminis, que de 1958 a 1962 desarrollaron la tecnología necesaria para el programa Apolo.


  • El programa Mercury (393 millones de dólares y más de 2 millones de personas implicadas) llevó a los primeros norteamericanos a la órbita terrestre. Era el inicio de la solución de grandes problemas técnicos, como el del escudo térmico para el regreso, la estabilidad del cohete vector, el microclima de la cápsula, los trajes… Sólo se lanzaba a un astronauta en cada ocasión, a poca distancia de la Tierra y durante poco tiempo.

  • El programa Géminis (con más de 1.000 millones de dólares y el doble de equipo humano) organizó encuentros espaciales y las primeras salidas de la nave. Así se consolidaron las metodologías espaciales adquiridas.


¿Mereció la pena? Desde el punto de vista científico, no hay duda de que sí, y las protestas tuvieron que callar ante los numerosos avances en los campos más dispares, que han compensado el enorme esfuerzo.

Saturno

Saturno ocupa el sexto lugar desde el Sol. Es ligeramente menor que Júpiter y dista casi 1.500 millones de kilómetros de nuestra estrella. Sin duda, es el planeta más famoso gracias a sus anillos luminosos, conocidos y estudiados desde tiempos de Galileo.


A pesar de parecer algo más pequeño que Júpiter, tanto por sus dimensiones reales como por estar más alejado, para observar Saturno basta con unos buenos prismáticos. Es de color blanco perlado y presenta un bonito sistema de anillos, no siempre visible.
Saturno se parece mucho a Júpiter: tiene una densa atmósfera de hidrógeno (75% en masa) y helio (25%) y se cree que posee un núcleo rocoso cubierto por un océano de hidrógeno molecular y hielos de distinto género.
Como Júpiter, tiene una rotación diferencial: su superficie visible no es sólida, un hecho confirmado por su densidad (inferior a la del agua), la más baja del sistema solar. Saturno también tiene una elevada rotación, que, a pesar de ser inferior a la de Júpiter (10h 40 min, en lugar de 9h 45 min), influye tanto en la forma como en la estratificación atmosférica: el aplastamiento polar y la coloración en bandas claras y oscuras paralelas al acuador son consecuencias de esta, como ocurre en Júpiter; en Saturno la forma es aún más aplastada, mientras que las franjas paralelas tienen perfiles menos netos y más amplios cerca del ecuador.

También Saturno muestra formaciones atmosféricas de gran duración, parecidas a la gran mancha roja de Júpiter. Las diversas tonalidades de color de las franjas se deben a diferencias en la composición química (compuestos de azufre y fósforo) y en el grosor de las nubes. Además, al igual que Júpiter, Saturno posee un intenso campo magnético e irradia más energía de la que recoge del Sol. En su interior se alcanzan los 12.000 K, probablemente por el mismo proceso de contracción que se observa en Júpiter.


Pero Saturno fascina sobre todo por la belleza de sus anillos. Galileo fue el primero en observar el anillo de Saturno, aunque no comprendió qué era. En realidad, está formado por una numerosa sucesión de anillos concéntricos de diámetros ligeramente distintos. Están compuestos por polvo, corpúsculos de hielo, hielo seco (anhídrido carbónico) y roca helada en órbita alrededor del planeta, con un amplio abanico de masas, dimensiones (comprendidas entre un centímetro y varios metros) y formas.

Este sistema de anillos presenta una estructura muy compleja: con el telescopio pueden verse dos o tres separados por espacios aparentemente vacíos. En realidad, el anillo se extiende sin solución de continuidad a lo largo de 65.000 km. El anillo más interno orbita en el límite de la atmósfera y el más externo se aleja del borde visible del planeta unos 250000 km. En cambio, su grosor es muy reducido y la media es de varios kilómetros. Además, como todos los anillos se disponen en el plano ecuatorial del planeta, y dado que el eje de rotación está inclinado respecto al plano de la órbita, si se observan desde la Tierra, cambian de aspecto con el paso del tiempo y, a intervalos de casi 14.5 años, dejan de ser visibles, porque se encuentran de perfil respecto a un observador terrestre.


El origen de los anillos de Saturno (como el de los anillos de otros planetas exteriores) es desconocido. Se supone que los formaron uno o más satélites fragmentados por las fuerzas de marea, pero es más probable que sean los restos del material primario que, a causa de la excesiva cercanía de los grandes planetas, no se agregó para formar un satélite. Por otra parte, ningún planeta ha capturado tanta “basura espacial” como Saturno: la Voyager 1 localizó enormes cantidades de asteroides, rocas cósmicas, cúmulos de polvo, pequeñas lunas y bloques helados. Saturno, con sus 23 satélites, 18 de ellos mayores, tiene a su alrededor un sistema solar en miniatura. Solo Titán, conocido antes de enviar las sondas, es grande, de dimensiones semejantes a Ganímedes, y es mayor que Mercurio, con una atmósfera compuesta por nitrógeno, metano, amoniaco, hidrocarburos y acetileno.

Puesto que se cree que la atmósfera de la Tierra primitiva tenía la misma composición, se considera que Titán es uno de los cuerpos extraterrestres más aptos para la formación de vida. Desgraciadamente, la capa atmosférica no permite ver ningún detalle de la superficie y sólo se presume que sea similar a la de la Tierra primaria: las sondas han revelado la presencia de agua y rocas y se estima que alrededor de un corazón rocoso se extiende una corteza helada.
Dado que carece de campo magnético y que a veces su órbita sale de la magnetosfera de Saturno, permanece expuesto al viento solar; se supone que todo esto puede contribuir a producir una evolución química hacia la vida.
No puedes dejar de ver el más espectacular de los cuerpos celestes del sistema solar con unos prismáticos o un pequeño telescopio.

Saturno en cifras


  • Radio ecuatorial = 60.268 km


  • Masa ( km) = 5,688

  • Volumen ( cm ) = 817,67

  • Densidad media ( g/ cm ) = 0,69

  • Temperatura media de las nubes = -125ºC


  • Gravedad superficial (m/s ) = 9.05


  • Aplastamiento polar = 0.109

  • Distancia media del Sol ( km) = 1.429,4
  • Distancia media de la Tierra ( km) = 1.277,4

  • Satélites = 23

  • Período de Rotación = 10,233 horas

  • Período de Translación = 29,458 años


  • Velocidad orbital media = 9,6 km/s


Neptuno

Después de la exclusión de Plutón del Sistema Solar, Neptuno es el último planeta. Es invisible a simple vista y se parece a Urano hasta en los hermosos colores característicos de su atmósfera nubosa, debidos a la presencia de metano.
Tiene características muy distintas a las del resto de los planetas exteriores. Por la geometría de las órbitas de Neptuno y Plutón, a veces Neptuno está más alejado del Sol que Plutón. Fue lo que sucedió en 1979-1999, pero habitualmente Plutón es el “planeta” más alejado y alcanza una distancia máxima del Sol, que es casi 1,5 veces el máximo alejamiento por Neptuno.

La presencia de un octavo planeta ya había sido prevista por Adams y Le Verrier, quienes observaron algunas irregularidades en el movimiento orbital de Urano justificables por la acción gravitatoria de un cuerpo exterior de grandes dimensiones. Pero Neptuno estaba al límite de las posibilidades de observación de los instrumentos de la época y su descubrimiento, realizado por los astrónomos del observatorio de Berlín el 23 de diciembre de 1846, fue el mayor resultado astronómico del siglo XIX.

Si en aquella época apareció como un disco pequeño azulado verdoso, ahora sabemos que no es en absoluto pequeño: en dimensiones sigue a Júpiter, Saturno y Urano. Eso fue prácticamente todo lo que sabía sobre Neptuno hasta 1989, año en que llegó la sonda Voyager 2 y que cambió el modo de pensar sobre este planeta. En las fotografías, Neptuno aparece como un hermoso planeta azul con matices, manchas y tenues estrías blancas. En su superficie se observaba una mancha oscura tan grande como la Tierra: como en el caso de la gran mancha roja de Júpiter, se trataba de una tormenta en condiciones estacionarias que, más tarde, desapareció, como demuestran las recientes imágenes del Hubble. Dado que la Voyager 2 pasó a gran velocidad y durante muy poco tiempo junto al planeta, se recogieron informaciones ulteriores sobre Neptuno mediante telescopios más potentes desde la Tierra y desde el Hubble.

Aunque el nombre de Neptuno recuerda al del dios del mar y su aspecto blanco-azulado recuerda el color del agua, no significa que el planeta esté cubierto de océanos. Al igual que en Urano, el color de la atmósfera (formada principalmente por hidrógeno y helio) se debe a un pequeño porcentaje de metano. Como en el resto de planetas exteriores, la atmósfera impide ver la superficie helada de Neptuno, barrida por torbellinos, tormentas y vientos que soplan paralelos al ecuador a 2.000 km/h –los vientos de Neptuno son los más rápidos del Sistema Solar-. La temperatura media se sitúa alrededor de -200ºC y, como en el resto de los planetas exteriores, Neptuno también emite más energía de la que recibe.

Como Urano, posee un campo magnético más débil que el terrestre y un sistema de cuatro anillos por partículas de hielo de agua con dimensiones que oscilan entre la millonésima de milímetro y unos anillos de Neptuno no tienen una densidad uniforme: en algunas zonas es muy alta, mientras que en otras la materia se ratifica.

En la actualidad se conocen ocho satélites de Neptuno, todos de dimensiones muy inferiores a las de la Luna. Los mayores son Proteo, el cuerpo más oscuro del Sistema Solar (sólo refleja el 6% de la luz solar); Nereida, con una trayectoria muy elíptica e inclinada respecto al plano ecuatorial de Neptuno, y Tritón, el más pesado, que rota en sentido inverso. En particular, Tritón presenta dimensiones similares a la Luna y suscita el interés de los planetólogos por algunos géiseres de nitrógeno gaseoso que han sido fotografiados y que alcanzan muchos kilómetros de altura. Además, goza de una atmósfera propia, probablemente contiene un 25% de agua y tiene una estructura rocosa. La superficie, a temperaturas bajísimas –similares a las de Plutón (unos 34,5 K)- está presumiblemente cubierta por metano, anhídrido carbónico y nitrógeno congelado.

miércoles, 6 de junio de 2012

Variación y actividad del Sol

Se trata de fluctuaciones en la cantidad de energía emitida por el Sol. Y se pueden dar a dos niveles. Variaciones en la luminosidad y en el viento solar o campo magnético. Ambas suelen estar interrelacionadas y tienen efectos visibles como las manchas solares. A pesar de todo el valor medio de la radiación solar, 1366 W/m2, apenas cambia (ver constante solar). De hecho las oscilaciones producidas por el ciclo de las manchas solares no van más allá de 1 W/m2, . Su contribución en el cambio climático actual y pasado es motivo de controversia.


A continuación un vídeo captado por la NASA de la activación solar:


Aproximación de Júpiter y Venus

Los pasados días 13 y 14 de Marzo, Júpiter y Venus, los dos planetas mas brillantes del Sistema solar, se han aproximado, hasta estar a poco mas de tres grados uno del otro. No es algo raro ni excepcional ya que la mecánica celeste nos obsequia con este tipo de acontecimientos una vez cada año, aproximadamente, pero no desmerece para nada la belleza del momento de acercamiento entre la Diosa del Amor y el Don Juan por excelencia.

Al fondo de la imagen podemos ver lo planetas, Júpiter y Venus, aproximados.